«He recitado mi
tablilla, he desayunado, he preparado mi nueva tablilla, la he llenado de
escritura, la he terminado; después me han indicado mi recitación y, por la
tarde, me han indicado mi ejercicio de escritura. Al terminar la clase he ido a
mi casa. He hablado a mi padre de mi ejercicio de escritura, después le he
recitado mi tablilla y mi padre ha quedado muy contento… Cuando me he
despertado, al día siguiente, por la mañana muy temprano, me he vuelto hacia mi
madre y le he dicho: dame mi desayuno, que tengo que ir a la escuela».
Todo aquel que
haya ido a la escuela y lea estas líneas seguro que recordará una escena muy
similar y vivida en primera persona, pero quizá le sorprenda el hecho de que
este testimonio no sea el de un estudiante de nuestra época, sino el de un
alumno que vivió hace más de cuatro mil años en el antiguo país de Sumer.
Posiblemente se trata de uno de los primeros testimonios del aprendizaje del
que está considerado como el mayor logro de la historia de la humanidad: la
escritura. Y no es de extrañar que lo encontremos plasmado, mediante unos
extraños signos en forma de cuña, en una pequeña tablilla de arcilla
descubierta en las cercanías de los ríos Tigris y Éufrates: fue precisamente
allí, en Mesopotamia, donde este revolucionario invento vio la luz, hacia el
año 3.200 a.C.
Hace cinco mil años,
en la fértil Mesopotamia, surgió la escritura, un arte que los sumerios
desarrollaron de la mano de sus escribas, quienes aprendían su delicado oficio
en las escuelas. A diferencia de Egipto, donde la escritura nació ya plenamente
desarrollada y con fines religiosos y mágicos, en Sumer estuvo desde el
principio íntimamente ligada a los aspectos más mundanos de la sociedad.
Las tablillas más antiguas halladas consisten
en registros para controlar los ingresos y gastos de los templos de las
ciudades: contienen listas de mercancías, animales y personas. La escritura se
relaciona, por tanto, con el nuevo modelo de vida urbana que se desarrolló en
Mesopotamia a finales del IV milenio a.C. Inicialmente se trató de una
escritura pictográfica, es decir, basada en dibujos de distintos objetos y
figuras, pero paulatinamente se creó un sistema de signos más estilizados,
denominados cuneiformes, hasta la aparición de los primeros sistemas
alfabéticos conocidos hacia el siglo XIV a.C.
Hasta la fecha se han
encontrado en Mesopotamia más de medio millón de textos escritos sobre
tablillas, lo que es muy poco teniendo en cuenta que estamos hablando de un
período de al menos tres mil años de historia en el que se sucedieron varias
civilizaciones.
La escritura nació en Mesopotamia a finales del cuarto milenio a.c., como una
necesidad administrativa coincidiendo con la creación de grandes ciudades y sus
templos, como Babilonia, según ha explicado el historiador italiano Mario
Liverani. «tanto en Mesopotamia como en Egipto, el nacimiento de la escritura
guarda una relación muy estrecha con la administración y la economía del
Estado» Mario Liverani.
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